Infancia y juventud

Infancia y juventud

Por la época en la que nació Manuel de Falla y Matheu (23-XI-1876), Cádiz aún era una referencia atlántica, engarce marino de Oriente y Occidente. Jaime Pahissa la evocó así al inicio de su biografía del músico gaditano11. PAHISSA, Jaime. Vida y obra de Manuel de Falla. Buenos Aires, Ricordi Americana, 2ª ed. ampliada, 1956, p. 17.:

Cádiz era una ciudad colonial, es decir, ligada a las inmensas colonias americanas de España, y a las del Pacífico; el puerto para el camino de América hacia Occidente, y para el de las Filipinas y las Marianas y las Palaus y las Carolinas, hacia el lejano Oriente [...]. Por eso se establecieron en la ciudad, desde tiempos antiguos, gentes de otros países [...] como de otras regiones de la misma España [...]. En Cádiz hay gran número de apellidos catalanes, como los hay también vascos, y de fuera de España [...]. Ejemplo lo son los apellidos de Falla: éste, el del padre, es valenciano, y Matheu, el de la madre, catalán.

Fue el propio Manuel de Falla quien detalló en una carta a Roland-Manuel, también biógrafo del compositor gaditano, aspectos de sus años infantiles22. Carta mecanografiada de Manuel de Falla a Roland-Manuel, fechada en Granada el 30 de diciembre de 1928. Se desconoce la localización del original, escrito en francés. Se puede consultar fotocopia en el Archivo Manuel de Falla, Granada, (carpeta de correspondencia 7521). En adelante, A.M.F.:

[...] en mi primerísima infancia, cuando yo sólo tenía dos o tres años [...] los cantos, las danzas y las historias de la Morilla me abrieron las puertas de un mundo maravilloso.

La Morilla era la sirvienta de la casa familiar y en sus brazos posa el niño Falla en una de las primeras fotografías que se conservan del compositor.

En la citada carta a Roland-Manuel, Falla recuerda a quien fue su primera profesora de música:

[...] Eloísa Galluzzo, una amiga de mi buena madre, y por cierto excelente pianista, se encargó de mi iniciación en la música33. Ibid..

En efecto, aún sin cumplir diez años, Falla estudia piano con Eloísa Galluzzo, quien no tardaría en abrazar la vocación religiosa al ingresar como Hermana de la Caridad en un asilo de ancianos. Pero, antes que músico, Falla se sintió escritor y así lo señalaba en la misiva a Roland-Manuel que venimos reseñando:

No obstante, mi vocación, a pesar de mi amor por ciertas músicas (¡no todas!), siempre se inclinaba hacia el lado literario (a la prosa, no al verso)44. Ibid..

Fruto de su inicial inquietud literaria fueron las revistas manuscritas que Falla crea, con la colaboración de algunos amigos, entre los años 1889 y 1891: El Burlón y El Cascabel.

La imaginación y la sensibilidad del joven Falla le llevaron a crear un mundo a su medida, un edén, una utopía: la ciudad de Colón, que él puebla y gobierna en su fantasía a la par que la defiende del mundo exterior. Relata Roland-Manuel en su biografía del compositor55. ROLAND-MANUEL. Manuel de Falla. Traducción de Vicente Salas Víu. Buenos Aires, Losada, 1945, p. 18.:

Durante seis años [...] desempeña seriamente los deberes de los diversos cargos que le impone el gobierno de su metrópoli. El consejo municipal, los redactores de los diarios, los académicos y los administradores de las sociedades penetran en el Edén por la puerta del armario. Los músicos igualmente, porque Colón posee un teatro magnífico donde triunfa El Conde de Villamediana, ópera seria, de la que el maestro Manuel de Falla es a la vez el compositor aplaudido y el irresistible director de orquesta.

Con la adolescencia, despertará la definitiva vocación. En la carta a Roland-Manuel escrita en 1928 Falla comenta de forma vívida su «caída» en la composición cuando contaba diecisiete años de edad:

A partir de ese momento algo como una convicción tan temerosa como profunda me impulsaba a dejarlo todo para dedicarme completamente al estudio de la composición. Y esta vocación se hizo tan fuerte que llegué a sentir incluso miedo, ya que las ilusiones que despertaba en mí estaban muy por encima de aquello que yo me creía capaz de hacer. No lo digo desde un punto de vista puramente técnico [...] sino en cuanto a la INSPIRACIÓN, en el verdadero y más alto sentido de la palabra; esa fuerza misteriosa sin la cual [...] no se puede realizar nada verdaderamente útil, y de ello yo me sentía incapaz66. Carta mecanografiada de Manuel de Falla a Roland-Manuel, fechada en Granada el 30 de diciembre de 1928 (véase la nota 2)..

A sus veinte años Falla vivía a caballo entre Cádiz y Madrid. Dos ámbitos musicales diferenciados reclamaban su atención. En su ciudad natal, el salón de música de la casa familiar de Salvador Viniegra —violonchelista aficionado, tenaz impulsor de la vida musical gaditana y, en algún modo, mecenas de jóvenes aspirantes a músicos— sirvió de escenario a alguno de los estrenos (entre 1897 y 1899) de sus primeras obras, caso de Melodía y también de Romanza, ambas para violonchelo y piano, dedicadas por Falla a Salvador Viniegra. A la par, y en calidad de alumno libre, Falla realiza los estudios musicales en el Conservatorio de Madrid, donde tendrá a José Tragó como maestro de piano, finalizándolos en 1899 tras obtener el primer premio de piano de dicho centro.
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