Itinerancias de un músico

Itinerancias de un músico

Fueron varias las ciudades, en distintos países, en las que Falla residió o que dejaron en él una impronta perceptible. Desde su Cádiz natal a la Córdoba argentina en la que falleció a punto de cumplir setenta años, en 1946, podemos establecer un itinerario que habría de llevarnos al Madrid de inicios del siglo XX, al París del impresionismo musical, al Londres del gran éxito internacional con el estreno de El sombrero de tres picos en 1919, a la Barcelona de su madurez y reconocimiento (siempre en la cercanía artística de Rusiñol o del malogrado Granados y de su discípula la soprano Conchita Badía); incluso a ciudades como Venecia o Zúrich (donde asiste a representaciones de El retablo de maese Pedro), aunque durante casi veinte años (1920-1939) fue Granada la ciudad elegida, de la que quizá no se habría marchado de no sufrir una guerra civil y la inminencia de una segunda contienda mundial.

Esta exposición quiere reflejar de modo directo y sencillo la personalidad rica y compleja de Falla, situando su obra no sólo en el contexto adecuado sino ubicándola en el particular lugar que ocupa dentro del vasto repertorio de la música de la primera mitad del siglo pasado. Enérgico, incluso en la enfermedad o en la vejez, Falla vivió dentro del sentido del deber, de la integridad y la justicia. Así, fue capaz de escribir en carta fechada pocos meses antes de su muerte:

Una de las primeras cosas en que pondría más empeño sería en despertar o avivar en todos el sentido de la responsabilidad, y con esto, prepararles el espíritu para vencer en lo posible esas fuerzas tremendas que son el egoísmo, el rencor, el dolor (el propio dolor) y la muerte.

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