Granada, ciudad elegida

Granada, ciudad elegida

Es en 1920 cuando Manuel de Falla decide fijar su residencia en Granada. El músico Ángel Barrios, hijo de Antonio Barrios «el Polinario», será el principal introductor de Falla en la ciudad. Los Barrios vivían en plena Alhambra, en su Calle Real, la misma que acogió al gaditano en sus primeras incursiones granadinas en busca de casa definitiva.

Una obra para guitarra en recuerdo de Debussy, fallecido en 1918, es la primera composición que Falla fecha en Granada. Se trata de Homenaje pour le Tombeau de Claude Debussy (Granada, agosto de 1920). Curiosamente, el traslado del músico a la ciudad de la Alhambra inicia un alejamiento de la temática popular andaluza en su obra.

Por otra parte, Don Juan de España, proyecto de colaboración largamente acariciado por los Martínez Sierra y Falla, motivaría, finalmente, la ruptura entre ellos. En noviembre de 1921 llegó a la cartelera teatral madrileña esta obra de Martínez Sierra, aunque sin la música que Falla tenía previsto componer para la misma. A finales de mes, el día 24, el músico escribe a Gregorio una dura carta cuyo borrador manuscrito conserva el Archivo Manuel de Falla y en el que, entre otras cosas, se lee:

El único objeto de esta carta es rogarle que me envíe otra reconociendo lealmente bajo su firma lo que es verdad absoluta: que la idea esencial de los dos últimos cuadros o actos [...] me pertenece, y prometiéndome Vd. al mismo tiempo que no autorizará ninguna adaptación musical de la obra en la que intervengan las situaciones antedichas ni ninguna otra que yo le haya confiado a Vd2222. Borrador manuscrito de carta de Manuel de Falla a Gregorio Martínez Sierra, fechado en Granada el 24 de noviembre de 1921. A.M.F. (carpeta de corresp. 7251)..

La contestación de Gregorio Martínez Sierra deja ver a las claras su disgusto y dolor ante la ofensa que, a su entender, ha recibido por parte del amigo y compositor. El 26 de noviembre le escribe a Falla una carta en cuyo penúltimo párrafo se lee:

Y ahora completamente en serio: para que usted no vuelva a tener susto ni yo a tenerme que hacer el loco para no ofenderme, le agradeceré que a vuelta de correo, certificada, me mande V. una lista de todas las «situaciones» musicales que me haya usted confiado para borrarlas de la memoria y no caer en la tentación de aprovecharme del ingenio ajeno. Hay cosas que [...] duelen más de lo que V. puede figurarse, por mucho ingenio e imaginación dramática que pueda V. tener2323. Carta manuscrita de Gregorio Martínez Sierra a Manuel de Falla, fechada en Madrid el 26 de noviembre de 1921. A.M.F. (carpeta de corresp. 7251)..

La ruptura con los Martínez Sierra vino a coincidir en el tiempo (y quizá también en el ánimo y las aspiraciones del músico) con la llegada a los nuevos círculos granadinos en los que Falla va a ganar otras amistades y jóvenes colaboradores. Buen ejemplo de esto fueron «los rinconcillistas», integrantes de una tertulia («El Rinconcillo») con sede en un céntrico café de Granada ya desaparecido. Federico García Lorca, Manuel Ángeles Ortiz, Hermenegildo Lanz... estarán entre los más cercanos al compositor.

A finales de 1921 Manuel de Falla encuentra la que va a ser su casa definitiva en Granada, un pequeño carmen en la Antequeruela Alta, donde se instala con su hermana María del Carmen. El lugar será de visita obligada y asidua para los amigos granadinos y los foráneos que llegan atraídos por la figura del compositor, también ellos músicos, escritores o artistas. En Silla del Moro y nuevas escenas andaluzas Emilio García Gómez recordaba las veladas en la Antequeruela:

Todo está áspero de puro limpio [...]. En torno a la mesa camilla se agrupan unas sillas de anea, donde unos cuantos amigos locales departen con Falla. Un gato de María del Carmen runrunea en un rincón [...] Se habla de casi todo más que de música. El maestro pregunta, escucha, y cuando interviene sorprende cada vez su exquisita cortesía. Nadie adivinaría aquí el tormento íntimo de Falla2424. GARCÍA GÓMEZ, Emilio. Silla del Moro y nuevas escenas andaluzas. Madrid, Revista de Occidente, 1948, p. 133..

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